martes, 21 de octubre de 2008

El origen del castellano


EL ORIGEN DEL CASTELLANO


El castellano es una lengua románica, es decir, derivada del latín, que mantiene rasgos de las lenguas que se hablaban en la Península antes de la conquista romana y de las lenguas de los otros pueblos que la habitaron posteriormente: visigodos y árabes.

Las lenguas anteriores a la romanización



En el siglo II a.C., antes de la llegada de los romanos, las lenguas más extendidas en la península Ibérica eran:

Las lenguas célticas de origen indoeuropeo que, aunque desaparecieron, dejaron palabras que llegaron hasta el castellano, como berro o brezo.




Las lenguas íberas no indoeuropeas, emparentadas con las lenguas camíticas del norte de África y que también desaparecieron.









El vasco, lengua de origen incierto, que ha pervivido hasta nuestros días y de la que proceden términos como izquierdo o chaparro.

Otras lenguas minoritarias: las lenguas de los púnicos (cartagineses), los fenicios y los tartesios.

La romanización en la península Ibérica



En el año 218 a.C. Roma emprende la conquista de Hispania. Comienza el lento proceso de la romanización de la península Ibérica. Los territorios conquistados se integran en la estructura del Imperio y, poco a poco, adoptan el latín vulgar hablado como lengua común.
La romanización fue rápida en el sur y en levante, pero más lenta y menos profunda en el norte de la Península. Las antiguas lenguas prerromanas se fueron relegando al ámbito familiar hasta su abandono total (excepto el vasco) al principio de la Edad Media.
Seguramente el golpe decisivo contra las lenguas indígenas fue la conversión de los hablantes al cristianismo, ya que la Iglesia adoptó el latín como la lengua de la vida religiosa e intelectual.

La fragmentación del latín

Las causas de esa fragmentación del latín fueron diversas: la desaparición del Imperio romano con la invasión de los pueblos germánicos, la propia extensión del territorio en que se hablaba el latín, que venía a coincidir con los límites de ese Imperio, el abandono de la vida urbana, la incultura de la mayor parte de la población, el aislamiento de los distintos territorios, la existencia de diversos sustratos (rasgos lingüísticos propios de cada zona geográfica) que actuaron como fuerzas disgregadoras, etc.
A comienzos del siglo V los pueblos germánicos invaden el Imperio romano. A la península Ibérica llegan los visigodos. Aunque estos adoptaron el latín como lengua oficial, algunas palabras de estas lenguas germánicas llegaron al castellano, como albergue o guardián.


La invasión árabe

El desembarco en el año 711 de árabes, sirios y berberiscos en la Península, hizo que algunos hispanos se refugiaran en el norte, donde comenzarían a gestarse los nuevos reinos cristianos, mientras que la gran mayoría permanecerían en sus tierras sometidos a la autoridad del califato.
El adelanto científico de Al-Ándalus propició la integración de muchos términos de origen árabe en las distintas variedades romances, también en castellano: acequia, azúcar, alcachofa, cifra, álgebra, algoritmo, etc.




Los romances peninsulares

Entre los siglos IX y XI, esta era la situación lingüística de las lenguas romances peninsulares:
En el sur y el centro, por donde se extiende Al-Ándalus, conviven en una situación de bilingüismo el árabe andalusí y las hablas mozárabes (los dialectos romances hablados por los cristianos que viven en los territorios musulmanes).
En el reino de León, formado por la actual Galicia, Asturias y León, se habla gallego y astur-leonés.
En Castilla, independizada de León en el siglo XI, se habla castellano.
En Navarra y Aragón se habla una misma variedad lingüística, conocida como navarro-aragonés.
En el condado de Cataluña, perteneciente al reino de Aragón, se habla catalán.
En el Reino de Valencia, se habla valenciano.

La cuna del castellano

La cuna del castellano se localiza en una franja vecina al País Vasco que ocupa parte de La Rioja, Burgos y Cantabria. Desde esa zona se expandió por la Península siguiendo los avances del Reino de Castilla en la Reconquista.

Los primeros textos romances
Al principio, el romance no se consideraba lengua apta para ser escrita, para lo que se empleaba el latín. Sin embargo, unos documentos escritos entre los siglos X y XI muestran ya una lengua diferente del latín. Se trata de las primeras letras escritas que se conservan en la actualidad, son las llamadas Glosas Emilianenses y Silenses, que son documentos procedentes de los monasterios de San Millán de la Cogolla (monasterio riojano cercano a la provincia de Burgos) y del monasterio de Santo Domingo de Silos, Burgos. Estas glosas no son mas que pequeños comentarios en lengua castellana a fragmentos de textos latinos. Son una serie de anotaciones que los monjes realizaron en los márgenes de los manuscritos latinos que copiaban.

Las Glosas Emilianenses, están datadas en el siglo X, aunque no faltan expertos que las sitúan cronológicamente en el siglo IX. Este es pues el primer fragmento que se conserva en esta, nuestra lengua castellana:



" Cono aiutorio de nuestro dueno, dueno Christo,
dueno Salbatore, qual dueno get ena honore
e qual dueno tienet ela mandatione cono Padre,
cono Spiritu Sancto, enos siéculos de los siéculos.
Fácanos Deus omnipotes tal serbitio fere ke
denante ela sua face gaudioso segamus. Amen."



Monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla
(La Rioja)






Las Glosas Silenses, se datan en el siglo XI, actualmente se conservan desafortunadamente en un museo de Gran Bretaña, vendidas tras el expolio a que fueron sometidas las tierras castellanas tras la desamortización de Mendizabal.



Monasterio de Santo Domingo de Silos, cuna de las Glosas Silenses
(Burgos)